Hola a tod@s:
Aun sobrellevando la tormenta profesional que tengo encima, hoy nos ocupa hablar de teléfonos, tema del que bastante he vivido y tengo para contar.
Cuando pequeña, me regalaron un teléfono de juguete, de esos plástico de disco, y como era tan precoz, aprendia viendo como en casa contestaban el teléfono de verdad y lo imitaba con el mío. Cualquier día, estando muy pequeña, contesté el de verdad como si nada. Pero esa solo fue una etapa.
Luego, vivi mucho iempo , conforme me iba mudando de casas, con diversos teléfonos, que me costaba a veces aprenderme. Los números no eran lo mío, eso está claro. A mediados de los noventas, en mi país ingresó la telefonía celular. Los primeros equipos que comercializaron eran enormes, podías romperle la cabeza a alguien con ellos en tu cartera. Además, los precios de los minutos eran inalcanzables y la señal, bastante regular tres cuartos. No fue sino hasta finales del 2004 que vine a tener un teléfono móvil en mi mano, el primero de muchos de ellos. Ya para ese entonces, en casa pasé del teléfono de disco al de teclas, y luego al inalámbrico

Mi primer movil era bastante sencillito. Con su luz color naranja, parecía de juguete. Se me confundía entre las mil y un cosas de mi cartera, pero siempre estuvo ahi. Pero como mi línea era de un operador diferente al del resto de mi familia, tuve que comprar otra línea, otro equipo. Este era uno de linternita, muy practico, que aun conserva mi señora madre. Y así, una marca de refrescos promocionaba unos móviles de un tercer operador, y la suerte me sonrió y me gané uno, de luz azul.
Al viajar a España, tuve que adquirir otro compatible con el voltaje europeo, dejando los otros tres en casa. Ese equipo aun permanece conmigo, tras seis años. Me encantaban sus jueguitos, creo que jugaba mas con él que lo que lo usaba para llamar. Y es que así ha derivado la evolución de aquel invento de Alejandro Graham Bell. Ya he perdido la cuenta de cuantos móviles he tenido. Solo se que soy "la pobre viejecita" del móvil: tengo no una, ni dos, ni tres líneas: son seis en total, de igual número de operadores. Y curiosamente, casi nadie me llama. O mas bien, casi nadie puede hacerlo. Porque en esa parte olvidada de la geografía donde trabajo, casi no llega bien ninguna señal. Y por las líneas fijas, ni pensarlo: Un rayo cayó hace mas de un año y quemó todo el cableado de la centralita telefónica madre. Al pueblo lo desahuciaron telefónicamente.
En el Festival, el teléfono tambien ha sido parte de su existencia: desde ser la forma para que los jurados difundieran sus votos, hasta ser la vía para que Europa votase por su canción favorita. En una noche, se llamaba desde Reykjavik hasta Bakú, desde Jerusalén hasta Oslo. Y claro, mientras mas te llamen, mas opciones tienen que ganar, y eso lo pensaron las Feminnem, cuando llevaron las banderas de Bosnia & Herzegovina en Kiev/05, cuando cantaban su Call me. Y pensar que nadie se imaginaba que la malherida Sarajevo podría hacer esa primera llamada en Millstreet/93...
Besos a tod@s
Wendy